El perdón, o por qué sonrío tanto

La semana pasada fue muy mágica para mí.

Os confieso que mientras escribo una novela me cuesta ponerme en la piel de las personas que acabarán por leerla. De hecho, lo hago muy poco. Me vuelvo un poco egoísta respecto a la historia y los personajes, que durante un tiempo son míos y solo míos (mi tesssssoro ;) Disfruto mucho en mi mundo de ficción solitario, esa es la verdad. Dice mi amiga Montse Barderi, y tiene razón, que se nota que no sufro creando. Lo cierto es que me lo paso genial. Y siempre me sorprendo de alguna manera cuando al fin se rompe mi burbuja solitaria y empezáis a leer y a comentar. Pero es que esta vez estoy francamente conmovida con las palabras bonitas que le estáis dedicando a Mia. ¡Gracias de corazón!

Por algún motivo, esta historia os está llegando profundo. Quizá por eso me estáis haciendo más preguntas que nunca... Y me encanta que así sea. Entre las muchas que me han llegado esta semana hay una que se ha ido repitiendo: «Oye, y a ti, ¿te han roto el corazón alguna vez?». Y sí, claro, respondo siempre. Llegadxs a cierta edad, lo más corriente es que una haya visto ya las dos caras de la moneda. El lado oscuro de la luna. «¿Y cómo puedes estar tan feliz?», me preguntaba el otro día una jovencísima lectora que evidentemente tenía muy reciente algún mal lance amoroso. La verdad es que sonrío mucho. Y soy feliz la mayor parte del tiempo, cosa que no quiere decir que siempre me pasen cosas agradables. Pero la pregunta de la lectora me hizo pensar inmediatamente en el perdón. Me gustaría contaros en este post mi experiencia al respecto.

Veréis, yo pasé mucho tiempo investigando acerca del perdón. Lo hice porque no soy de las que creen que el tiempo lo cure todo. Creo que el paso del tiempo crea una distancia con el dolor que hace que el pinchazo sea más leve. Pero para curarse del todo hace falta algo más que tiempo... Así que hablé con algunos grandes maestros, leí los libros de referencia... Y cada fuente me ofrecía su visión, bien interesante la mayoría de las veces. Como suelo hacer, empecé a poner en práctica lo que me decían y lo que leía. Soy curiosa y me gusta experimentar con las cosas que descubro. Así que me lancé de lleno al apasionante mundo del perdón :D Programas de cuatro pasos, ho'pono'pono, rituales de tipo energético... Pero siempre acababa sintiendo que se me escapaba algo. Algún detalle del proceso que, por algún motivo, yo no lograba integrar.

¿Cómo se puede perdonar a alguien que te ha tratado de forma imperdonable?

¿Por qué sonríes tanto?

Dos preguntas que en el fondo son la misma. Mi conclusión es que, si quieres perdonar a alguien, lo primero que debes hacer es mirarte a ti mismx. Perdonarte A TI. ¿¿En serio?? Ya puedo imaginar las ideas que os vienen a la cabeza. Incluso las expresiones en vuestras caras. ¿Perdonarme yo? Pero ¡si yo no he hecho nada! ¡Ha sido él/ella quien me ha roto el corazón! Creedme, he estado ahí :) De entrada puede que cueste, pero si miras bien, quizá te darás cuenta de que si eres incapaz de perdonar al alguien, sea por temas amorosos, sea por otros asuntos, es porque, en primer lugar, no te estás perdonando a ti. ¿Y qué parte de ti no estás perdonando? Eso solo puedes saberlo tú. ¿Te culpas por haber sido tan tontx como para permitir que te engañaran? ¿Te sientes mal porque crees que no fuiste lo suficientemente complaciente/divertidx/delgadx/musculosx/interesante/inteligente? ¿Te juzgas por seguir sintiéndote mal, a pesar de que haya pasado ya algún tiempo? Perdónate. Ámate en tu inocencia por no haber sabido entonces todo lo que sabes ahora. Estás aprendiendo. Como todos. Como yo. Y como dice cierto personaje de cierta novela, recuerda que un «no» puede doler si lo tomas como un rechazo, pero puede ser un reto apasionante si lo tomas como un cambio de dirección cósmico... :D

Hacemos lo que podemos en cada momento. Todos. Incluso las personas que nos “rompen” el corazón. Y la magia del asunto es que, cuando te perdonas a ti, te das cuenta inmediatamente de que en realidad no había nada que perdonar. Y sonríes, claro :)

Que tengáis una feliz semana y ¡gracias por estar siempre al otro lado!

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