Amor en movimiento: el autocuidado
Dice
Cleo Wade en su magnífico libro, Heart Talk, que el amor es movimiento. Amar no es una cualidad estanca,
sino que se expresa mediante la acción. Y ya se sabe: todo aquello
que se mueve necesita combustible. No podemos recorrer un largo
trecho con el depósito vacío... El autocuidado es nuestra gasolina,
el modo en el que llenamos el depósito de la autoestima, que a su
vez es lo que nos permite compartirnos con los demás (parejas,
familia, amigos...). No podemos amar (bien) a nadie si no nos amamos
a nosotrxs mismxs.
Nos
sienta bien mostrarnos compasivos, pacientes, generosos y abiertos
con el mundo. Pero resultará imposible desplegar todas estas
cualidades, o dedicarnos a fondo a nuestras pasiones, si no nos
cuidamos un poco (¡o mucho!) primero. Para hacerlo, lo primero es
que seamos conscientes de nuestras necesidades.
La
vida, continúa explicando Wade, a veces parece una carrera de
obstáculos, y en ocasiones podemos llegar a confundirla con una
larguísima lista de cosas por hacer. ¿Os suena? Pasan los días y
vamos tachando tareas, como si en eso consistiera todo. El problema
se agrava si, además, en esa lista nunca nos ponemos en primer
lugar. Necesitamos romper con la inercia y abrir espacios para cuidar
y recargar nuestra energía. Solo así podremos llenarnos para poder
atender a nuestras pasiones y también a nuestras responsabilidades.
Aquí
van algunas estrategias para poneros manos a la obra en esto del
autocuidado. Cada persona necesita cosas distintas en cada momento, y
esta es una lista muy personal de las cosas que a mí me sirven estos
días:
Decir
no. A compromisos, a gente que no te sienta bien, a planes que no apetecen, o que apetecen pero
para los que no te sientes con energía, a gestiones que no te tocan,
a conversaciones que restan en lugar de sumar, a comida que te sienta
bien... A veces cuesta, porque no queremos decepcionar a los demás,
sobre todo a nuestros seres queridos. Pero si no nos tomamos en serio
y no sabemos establecer límites sanos, explicados con cariño,
acabaremos agotadxs y de mal humor. Y tampoco estaremos siendo justos
ni honestos con las otras personas.
Decir sí. A lo que te apasiona, a lo que te eriza el vello, a lo que te hace reír, vibrar, a la gente que te sienta bien... a la vida.
Silencio, como canta Jorge Drexler en este genial tema. Nuestro mundo es ruidoso, mucho. En días en los que me noto sobrecargada busco unos minutos (o unas horas) aislada de todo y de todos. Ni pantallas, ni libros, ni música: cero estímulos. Esos ratitos obran maravillas.
Decir sí. A lo que te apasiona, a lo que te eriza el vello, a lo que te hace reír, vibrar, a la gente que te sienta bien... a la vida.
Silencio, como canta Jorge Drexler en este genial tema. Nuestro mundo es ruidoso, mucho. En días en los que me noto sobrecargada busco unos minutos (o unas horas) aislada de todo y de todos. Ni pantallas, ni libros, ni música: cero estímulos. Esos ratitos obran maravillas.
Conducir.
Hay algo mágico en ponerse al volante y echarse a la carretera,
con tu música favorita y ningún otro propósito que disfrutar del
paisaje.
Hablar bien de ti mismx. ¿Te sucede que a veces se te olvida algo (las llaves, la bolsa de gimnasia de tu hijo, la fecha de entrega de un informe...) e inmediatamente te dices: "¡Pero qué tontx/torpe/idiota soy!" Nunca, nunca digas cosas feas de ti mismx o te castigues. Trátate bien, como harías con tu mejor amigo/a.
Hablar bien de ti mismx. ¿Te sucede que a veces se te olvida algo (las llaves, la bolsa de gimnasia de tu hijo, la fecha de entrega de un informe...) e inmediatamente te dices: "¡Pero qué tontx/torpe/idiota soy!" Nunca, nunca digas cosas feas de ti mismx o te castigues. Trátate bien, como harías con tu mejor amigo/a.
Respirar.
Parece una obviedad, pero a veces, sin darnos cuenta, nos
descentramos y nuestra respiración se vuelve superficial. Eso
condiciona nuestro estado físico y anímico de forma determinante. A
mí me ayuda dedicar un par de ratos al día a poner conciencia a mi
respiración. Hay muchos libros que enseñan este tipo de ejercicios,
pero si queréis algo fácil, aquí va mi propuesta: busca aun lugar
tranquilo y dedícate cinco minutos sólo para ti. Apaga el teléfono
y ponte un despertador o un temporizador de cocina. Siéntate erguidx
y ponte cómodx. Pon tu mano derecha en el pecho, sobre el corazón,
y la izquierda en el vientre. Respira profundamente contando hacia
atrás, de 5 a 1. Si tu mente divaga y se pone a pensar en la lista
de temas pendientes, no te frustres. Simplemente, vuelve a tu
respiración cada vez. Nota cómo se hincha el vientre y se
deshincha. Respira con naturalidad, sin forzar, sólo centrándote en
las sensaciones y en la cuenta atrás.
Ordenar
algo. Lo que es afuera es adentro, dicen los sabios. Me he dado
cuenta de que muchas veces mi caos mental es un reflejo (o a la
inversa) del caos físico que me rodea. Cuando me siento descentrada
y caótica y necesito recuperar serenidad ordeno un cajón. O mi mesa
de trabajo. O...
Un
buen baño. Pocas
cosas me recargan más que una buena bañera caliente con mi aceite
esencial favorito. Unas velas y un poco de música suave (o sin
música, depende del momento) me dejan como nueva. Después de
sumergirme un buen rato en agua caliente noto que bajo revoluciones,
y todo lo que hago a continuación lo hago a otra velocidad, mucho
más afín a mi ritmo natural, que es más pausado.
Una
cita con tu creatividad. Cuando quiero reconectar con mi energía
me dedico todo un día, o un fin de semana, a hacer sólo lo que más
me gusta. En mi caso es cantar, hacer música, leer y escribir. Lo
que hago es apuntar el día en mi agenda, como si fuera una cita más.
Y despejo la jornada de todo lo que no tenga que ver estrictamente
con eso. Sin nuestras pasiones la vida se vuelve gris y nos alejamos
de nuestra esencia. Es fundamental reservarse esos ratos para
cocinar, bailar, leer, pintar, coser... Cada uno sabe lo que le
apasiona. Si no puede ser un día entero, no pasa nada. Pero es
importante ir encontrando momentos para desplegar nuestra
creatividad. Esa que no sirve para nada, esa que simplemente
ES.
Elegir
bien lo que escuchas, ves o lees. A
mí me gusta mucho escuchar música, leer libros o ver vídeos
que elevan mi vibración. En cambio, no soporto ver las noticias.
Cada uno sabe qué cosas le sientan bien, ¿verdad? Una buena novela,
un programa de entrevistas interesantes, un buen artículo de alguien
a quien sigues... A mí me cambian automáticamente de humor (para
mejor) los libros y charlas de SergiTorres, por ejemplo. O los artículos motivadores del blog de mi
amiga Eva Sandoval. O algunas
charlas de BorjaVilaseca.
Baños
de bosque.
Además de los baños convencionales, he descubierto que el contacto
con la naturaleza me recarga las pilas automáticamente. Los
japoneses lo saben desde tiempos ancestrales. Se llama Shinrin-Yoku
(o forest bathing,
en la cultura anglosajona) a los paseos por el bosque en los que
dejamos que la naturaleza penetre en nosotros a través de los cinco
sentidos. Se trata de caminar por el bosque, por el campo o por la
playa estando presentes con nuestra vista, nuestro olfato, nuestro
oído, gusto y tacto. Cuando noto que estoy baja de energía me
prescribo a mí misma un paseo de este tipo (tengo la suerte de tener
una montaña muy cerca de casa). Los efectos son inmediatos :)
Más
allá de la anécdota concreta, que podría convertir esta lista en
interminable, creo que lo que todas estas estrategias tienen en común
es que me devuelven al momento presente. Es cuando nos descentramos y
miramos hacia el pasado o hacia el futuro (con la ansiedad de las
cosas por hacer o la atención puesta en lo que sucedió, que por
cierto, ya no existe) que perdemos energía e impulso vital.
¿Y
vosotros? ¿Cuáles son vuestras estrategias favoritas para cuidaros
y recargar energías? Me encantaría que las compartiéramos y
creáramos un gran post con ideas para todxs.
Feliz
semana ¡y cuidaos mucho!
Recibir un buen masaje es un gran placer para el cuerpo y para el alma... Y el chocolate con canela. 😊
ResponderEliminarMmm, masaje y chocolate! Me apunto a las dos cosas 😌 Gracias por leer y comentar, guapa ❤️
Eliminar